Una extraña sensación sintió por dentro,
sin lamentos, sin rencores, ni tormentos,
como un verso acariciando un hemisferio,
como un bolero
que al bailarlo acaricia los cuerpos,
como un bohemio
que ya viejo busca un pueblo…
Se despertó, abrió los ojos, miró al cielo,
olvidó el rezo y se empeñó
en un no me acuerdo.
Tiro su cruz, calmó sus nervios
de mujer entera,
se completó, se dividió y se dio consejos.
Y armó sus huesos , su piel,
y sus complejos,
los resumió hasta que murieron.
Y se fue a buscar sus sueños,
por el sendero que lleva
hasta el puerto los anhelos.
Un lejano pueblo tranquilo
rodeado por altos cerros
y bordeado por el mar de los recuerdos
y por allí anduvo,
hasta que años conquistó,
viviendo en serio.
Y dio el amor tan presentido
en el principio de estos versos,
y amó sin miedos.
¡Y se dio en peso a corazón desnudo en besos,
y firmamento a cielo abierto!
Búscame en las sierras
que nos llevan al cielo,
fui a besar las raíces
que alimentan tu espera,
junto al sur de la lluvia,
disfrazada de versos,
en las ramas donde el milagro vuela.
Estoy aquí, esperando tu latido,
tu sonrisa de agua,
en la neblina que humedece tu ahora,
inventandome un mundo
donde sembrar tus ansias.
Estoy aquí descifrando los misterios del alma,
repartiendo locuras y sueños,
olvidos y mañanas.
Me esta llamando la tierra
a caminar su senda, de ayeres y silencios,
de raíces profundas,
una voz que convoca
que consuela, que vive,
que apuesta al mañana,
al camino, al abrazo,
al adiós y al destino.
El viento me ha llamado
me invita a acompañarlo,
a agitar las banderas
a despejar el cielo,
a refrescar el canto!
Una mirada inquieta
que descubre suspiros,
que se posa en la ciencia
en su Dios y el abismo,
que devela secretos
que se atreve a atreverse!
a vivir cada día,
que no guarda misterios,
que no ahorra sus alegrias,
que lucha cuando ora,
y que no esconde su rabia
ni su amor por la vida.
Me reclama la tierra!
- Ven y siembra tu canto.
Que me moje la lluvia
que florezca como el árbol
que me mezan los vientos,
que me eleven bien alto,
que los ecos me lleven
a rincones lejanos.
Me reclama la tierra
a ser nube y llanto,
a ser cascada en el monte
a ser roció en el campo!
Con el sol en la espalda
y la sombra en la huerta,
con un libro de historia
sin tu nombre siquiera,
con un adjetivo
que va describiendo tus huellas.
Vienes sembrando la tierra
de lejanas estrellas,
de tiempos perspectivos,
de clamores de guerra.
Con el canto de un canto
esperando primaveras,
a la espera de un grito
madrugando en la puerta.
De negar el pasado
que a nada te condena,
de apretar fuertemente
tu verso, tus banderas,
de la paz en los siglos,
de luz, de primaveras
de amores sin pecado
de igualdad, de quimeras
de ser para siempre,
llegas .....
Cuando en un instante se detenga el tiempo,
el anhelo se volverá esperanza,
pronunciando la voz perdida del roció,
abrazándose a la lluvia eterna.
Y la flor impregnara las alas
de la quimera,
para que el ocaso revele
su amor al alba,
solo así la simpleza se escribirá
en paginas vacías,
como buscando consuelo en el olvido.
El sentimiento perderá
el temor del rechazo,
haciendo que la lágrima descubra
el origen de su tristeza,
y las almas encontraran la inocencia
tan celosamente guardada
donde las huellas transiten el camino de los sueños.
Cuando los versos revivan
a la pluma dormida,
las utopías renunciaran
a no agitar las alas,
entonces el destino bailara
con los acordes de la vida,
y todo se volverá nada
y nada sera todo
Inexplicable es la sonrisa
que cae en la mañana
y rasga la pena,
inexplicable es la unidad
del sueño,
de los que se aman
y juntos caminan la cuesta.
Inexplicable
es el sentido del abrazo ,
y esta desprovisto
de dureza,
nadie en si mismo,
puede alejarse de la piel
y menos escapar de la belleza.
Se que no hay caricia
que se olvide,
ni baúl que guarde
solo los recuerdos felices,
este jardín del amor
es tierno y se siembra
con dolor,
con esperanza,
y todo lo que el tiempo
no quiebra.
Cuando te levantes amor
y mires la ventana
el sol en tu mañana
te dirá
que todo en si comienza.
Inexplicable es,
vivir unidos,
es un fuego,
una lluvia,
tal ves un desvarió,
de la fe,
una lucha,
y una quimera.
Cuando llueve
aquí en la ciudad,
siento que el día es corto,
que la lluvia guia tu cuerpo,
y cada gota de agua
es más de la noche
que de los nobles besos.
Esta noche
el alma vendrá con la luna,
te callas y caminas,
y sabes a luz.
Pocos saben de la lluvia,
de la piedad que habita en el lecho,
y de las gotas
que mojan tu rostro.
Este resplandor que nos deja
el mirar el sol,
después de mirar tu horizonte,
esta soledad y la paz
este viento y su violín
y la nada.
Esta inocencia
de sentirte,
que no quiere ser,
y la piel tan cerca
caminando de la mano al coraje.
Todo esta suspendido en la brisa,
y eres río
y eres viento,
cada piedra a ti pertenece,
y este sentido intenso
de renacer,
de permanecer.
Esta lucha,
tu bendita lucha,
donde la tierra
es una caricia de la verdad.
En un mismo latido,
en una misma piel,
a tí te escribo,
prolongación de mi cuerpo,
mitad de mi ser,
expansión de mi alma.
En un mismo latido,
a ti te escribo,
extensión de mi piel,
locura de besos
desde mis hombros hasta mi frente,
de mis caderas a mi ombligo,
de mis pies a mi cintura,
lineas que parecen
el molde perfecto de mi misma.
Mar bravío de caricias inmortales
que luchan por encontrar mi desnudez,
a ti, oleaje de fuego,
a ti, dibujante de mis trazos,
a ti,
que siembras con tus manos
mares en mi pecho,
a ti escribo.
Tu cuerpo
mi cuerpo,
eterno suspiro que nos une:
en una misma piel
en un mismo latido.
